LA
REALIDAD
Al igual que con el amor, el ser humano
no encuentra
las palabras
exactas
para definir
lo que es la realidad,
y esto se debe a que no tenemos
el conocimiento
necesario
ni los sentidos
adecuados
para poder obtener
una perfecta
definición
de ella. Las cuestiones
en torno a ésta se encuentran
más allá de lo que podemos
comprobar
con nuestros
sentidos,
pero aun así, hemos podido
clasificarla
de distintas
maneras.
Una de esas maneras
es la que se va a tratar
en esta disertación
filosófica,
clasificando
la realidad
en aquella
que podemos
definir
mediante
nuestros
sentidos
(realidad
sensible
o física)
junto a una de sus ramas (realidad
virtual),
la que demuestra
la presencia
de alma, psique…
en todos nosotros
(realidad
psíquica)
y la Realidad
Suprema (Dios).
Los
sentidos
hacen que el individuo
perciba
una realidad
propia,
definible
por estos mismos,
pero propia;
es decir,
esta realidad
sensible
o
física
diferencia
unas especies
de otras,
y a unos individuos
de otros (pertenecientes
a la misma especie).
Por ejemplo,
una persona
demente
definiría
la realidad
física
de una manera
totalmente
distorsionada
en comparación
a la de una persona
cuerda.
Esto se debe a que existe
una relación
entre la realidad
física
y la psíquica,
porque
es nuestra
alma, nuestra
voluntad,
la que organiza
y estructura
para nuestro
beneficio
lo que captamos
mediante
nuestros
sentidos.
También
va a influir,
en los humanos,
la educación
obtenida
y la cultura
y religión
con la que se ha crecido
para la definición
de esta realidad
sensible.
Un cristiano
ve una obra de arte cuando
mira la imagen
de su mesías
mientras
que un musulmán
ve como un pecado
cualquier
representación
de éste (Jesucristo
y Mahoma
respectivamente).
Todos los humanos compartimos aciertos
y fallos
en el intento
de describir
este tipo de realidad,
entonces,
¿es también
indefinible?
Al comienzo
de esta disertación
se hablaba
de aquella
realidad
que se podía determinar
mediante
nuestros
sentidos,
pero esta definición
solo es válida
si se destina
a todos los seres vivos,
excluyendo
a los humanos.
Somos incapaces
de detallar
conjuntamente
y con exactitud
una idea precisa
que describa
la realidad
física;
ya que nosotros
tenemos
la cualidad
de elegir
racionalmente
la manera
que más nos conviene
de ver el mundo.
En este momento
entra en juego otro factor
muy importante,
y es la realidad
que hemos creado
a partir
de un soporte
técnico.
Desde hace pocos años hay una nueva forma de crear sensaciones
y percepciones,
de carácter
imaginario,
que dependen
del ordenador
utilizado
y nos transportan
a otro espacio
(virtual),
entorno
o mundo nuevo.
Esto se conoce
como realidad
virtual, y se puede considerar
como una parte de la realidad
física,
porque
existe
gracias
a que la “vivimos”
a través
de nuestros
sentidos.
Al igual que podemos
guiar nuestra
realidad
sensible
por el camino
más apto para nuestro
beneficio,
podemos
crear una realidad
en sí, una realidad
propia
que seamos
capaces
de definir
con facilidad; pero una realidad destructible, capaz de desaparecer
con el más mínimo
fallo técnico:
sin ordenador,
no hay realidad.
Mientras
que esta realidad
virtual
nos da independencia
de la que poder gozar en un mundo idóneo
para nosotros
y nuestros
gustos
(ya que desde un ordenador
podemos
acceder
al mundo irreal
y electrónico
que nos plazca)
nos la quita y nos hace sus propias
víctimas.
El vicio y la dependencia
atacan
a las personas
con poca fuerza
de voluntad
y provocan
que las demás realidades
desaparezcan,
y esta gente viva en un continuo
mundo virtual,
sin saber que dentro
de él no todo es bueno y existen
el tráfico
de información, acoso, fraude… en la red.
En definitiva;
una simple
rama de la realidad
sensible,
nos ofrece
ayuda,
satisfacción
y educación,
pero si abusamos
de ella puede convertirnos
en “personas
virtuales”
que solo poseen
una realidad,
la virtual.
Hay que ser fuerte
y hacer,
por encima
de nuestro
placer,
lo que nos conviene
a la larga.
La toma de decisiones,
el saber qué camino
es el correcto,
el que mejor nos vendrá,
depende
de nuestra
voluntad,
una de las muchas
capacidades
del alma. Al alma también
se la puede denominar
realidad
psíquica, que engloba
todos los pensamientos,
inteligencia,
razón,
psique…
La realidad
psíquica
es propia,
pertenece
a cada ser humano
y es quien guiará
la vida de éste, al igual que un titiritero
con su marioneta.
Pero hay que cuidar
mucho de la educación
y la influencia
de los niños,
los recuerdos
y el subconsciente
pueden
modificar
los pensamientos
y la voluntad
de una persona,
que aprovecha
su libertad
y evalúa
sus actos como buenos
o malos según su moral o ética.
Esto ha sido aprovechado
siempre
por dictadores
como Adolf Hitler,
quien corrompía
el alma de miles de personas
desde que eran jóvenes,
les privaba
de voluntad
y les ofrecía
la libertad
que él creía justa.
Estos jóvenes
no poseían
realidad
psíquica
propia,
su cabeza
estaba
totalmente
repleta
de mentiras,
odio y un código
ético (inyectados
por el dictador)
que dictaba
que el acto mejor evaluado
era matar al enemigo,
sin importar
lo demás.
Definitivamente
todos podemos
ser depredadores
(titiriteros
o comecocos)
o presas
(marionetas)
en el delicado
y a la vez difícil
mundo de la realidad
psíquica.
¿Quiere
decir esto que la realidad
psíquica
no es propia
de una persona?
La relación,
antes mencionada,
entre la realidad
física
y la psíquica
estrecha
aún más la angosta
línea que divide
a estas dos. En la definición
de realidad
física
se la describe
como aquella
que percibimos
mediante
nuestros
sentidos;
sin embargo,
la mayoría
de los sentimientos
humanos
forman
parte de la definición
de realidad
psíquica.
Un claro ejemplo
es el amor. El amor es uno de los sentimientos
más fuertes
que el ser humano
ha mostrado
al mundo,
uno de los que más ha movido
a las personas
a hacer locuras
y por tanto,
gozar de la libertad
que ofrece
la voluntad.
Las características
que hacen que el amor forme parte de la realidad
psíquica
son: no puede verse,
no puede tocarse,
no puede olerse…
pero sí puede exteriorizarse
mediante
el lenguaje
verbal
o corporal;
aquí vuelve
a aparecer
la relación
entre las dos realidades.
Debido
a esto apareció
la romántica
pregunta
siguiente:
¿El amor muere con la persona
que lo siente?
Y ampliando
esto, se hicieron
preguntas
mayores
como: ¿El alma muere con el ser al que pertenece
o sobreviviría
a la muerte?
Siempre
se han dado respuestas
muy diferentes
y a la vez muy similares
a esta pregunta,
personalmente
pienso
que el alma, al haber guiado
todos los actos de la persona
a lo largo de su vida, no muere hasta que todas las respuestas
provocadas
hacia esos actos finalicen.
Entonces,
cabe la posibilidad
de que el alma sea inmortal;
ya que si la voluntad
ha llevado
a una persona
a formar
una familia,
y esa familia
crece y perdura
durante
los siglos
(respuesta
al acto realizado
por dicha persona)
no se ve un fin definido
para este suceso,
pero sí un principio,
la decisión
tomada
de tener descendencia.
Ese pequeño
gesto de esa pequeña
persona
ha originado
algo muy grande,
la formación
de una familia
y la perduración
de su alma, este “gesto” es lo que muchos
denominan
el sentido
de la vida. Pero por otra parte,
si los actos de una persona
le llevan
a la muerte,
como única respuesta,
el alma se vuelve
mortífera
y mortal,
ya que provoca
su propia
muerte
y muere.
Algunos
filósofos
piensan
que las religiones
son un consuelo,
una forma de justificar
la existencia
y dar sentido
a la vida y a la muerte…
Realmente,
lo que da sentido
a la vida es la visión
de un nacimiento
de un bebé, y lo que ofrece
sentido
a la muerte
es la presencia
en el entierro
de un ser muy querido.
Las religiones,
como la cristiana,
pertenecen
al último
tipo de realidad,
la Realidad
Suprema. Este concepto
varía notablemente
de un pensador
a otro, por eso hay multitud
de argumentos
en contra
de la existencia
de Dios y otros tantos
que la justifican
(hablando
siempre
de la religión
cristiana).
Dicen que una hipótesis
o teoría
gana más fuerza
cuanto
más intenta
ser refutada
y resulta
ser en vano el intento.
Atendiendo
a esto, la existencia
de Dios debe ser indiscutible;
ya que nadie ha conseguido
aún demostrar
lo contrario.
Si esta Realidad
Suprema,
la de la religión
cristiana,
fuera falsa o discutible,
¿por qué terminó
por expandirse
durante
el apogeo
del Imperio
Romano
(uno de los imperios
más fuertes
y famosos)
cuando
los romanos
no deseaban
esto? ¿Significa
esto que esta religión
fue más fuerte
que este imperio?
Si es así, no hay argumento
contra
esta Realidad
Suprema
que tenga igual fuerza
o más que un reino o imperio,
lo que lleva a la siguiente
conclusión:
se hayan dado o no, más argumentos
en contra
de la religión
cristiana,
nunca alcanzarán
a tener la misma fuerza
que los dos hechos
explicados
anteriormente
(la imposible
refutación
tras muchos
intentos
y la victoria
frente
al Imperio
Romano).
“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.”
Groucho Marx
David Fernández Casado 1º Bachillerato B
Gracias por publicar esta disertación, me has ayudado mucho para inspirarme en el examen.
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